De las radionovelas a un televisor de ¡cuatro patas!

Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo

En esta era de la tecnología ni bien hemos aprendido a usar uno de esos checheritos que a diario parecen salir al mercado, cuando ya surge otro nuevo.  Mirando hacia atrás resulta sorprendente ver cuánto ha cambiado todo!


De niña recuerdo claramente cómo al medio día no podían faltar las radio novelas tan populares, hasta me parece recordar aquellos diálogos y todo aquel drama...la musiquita de fondo, el galopar de los caballos... un escenario que forzaba la imaginación, y mi mami escuchando, mientras revolvía la paila, angustiada por lo que pasaría a los protagonistas y yo que no me quedaba atrás, pendiente del cuento...

Pronto las radio novelas fueron desplazadas con la llegada del primer canal de televisión en Panamá y ahora la cosa se ponía interesante, pues además de escuchar podíamos ver las imágenes...en blanco y negro, ¡qué emoción!!!

Cómo olvidar aquellas famosas peleas de Roberto "Mano de Piedra" Durán y mis adorables cómicas -"Kimba, el leoncito blanco"- la más memorable de todas!  Noticias y novelas iban y venían.  Cómo olvidar aquellos famosos avisos e interrupciones, con aquella voz ceremoniosa en medio de cada programa, especialmente las novelas, algo que duró ¡años de años!  Hoy, si nos descuidamos, termina un programa y empieza otro sin apenas darnos cuenta...

La TV sin lugar a dudas fue un gran invento, lo que no se imaginan nuestros hijos hoy es la pesadilla que se vivía con esta innovación, al menos lo que yo recuerdo de mi infancia, e incluso unas dos décadas atrás, cuando en medio de lo más interesante del programa, zas, que se iba la señal porque se movía la antena, ese tubo laaargo con el que los fuertes aguaceros de Soná, con sus azarosos vientos, jugaba a su antojo, muchas veces derribándolos y con ello adiós programa de televisión, sólo quedábamos viendo literalmente chispitas y escuchando un shshshsh... aquello era para llorar, sólo había que rogar para que el daño hubiese sido en varios lugares, pues al rato escucharíamos decir:  a petición pública estaremos transmitiendo nuevamente tal y tal bla, bla, bla...

Aquel artefacto se convirtió en un miembro más de la familia en todo hogar, al cual le dábamos todos los mimos y cuidados necesarios, se mantenía limpio y siempre bien presentado, los tapetes tejidos en la parte superior no podían faltar, alguna cerámica o foto familiar, todo un orgullo!  Sí, vaya que si era símbolo de orgullo en las familias, y quien piense que exagero, vaya, busque y rebusque entre sus sepultados y polvorientos foto álbumes las fotos más viejitas, y verá cómo aparece una que otra con los integrantes de la familia al lado del televisor, posando para la foto del recuerdo, no sabe uno hoy para qué o quién era la foto, si para las personas o para la TV.  Y cómo no, si es que el bendito artefacto tenía su prestancia, bastaba con verlo para advertir su distinción!


Nada más entrar y allí estaba el principal protagonista de la historia:  ¡El televisor!  Qué belleza! con su pantalla cuadrada, ancho y enorme hacia atrás, y sus cuatro patas, y aquel botón grande para darle vueltas y encontrar el canal que se buscaba, RPC Canal 4, el único, no había más.  Y más abajo, bellamente alineados sus tres botoncitos, uno para el volumen, otro para mejorar los colores, los más elegantes que puedan existir, aquellos que tanto sedujeron el exquisito gusto de madame Coco (Chanel):  blanco y negro, y ni qué decir de aquel botón para arreglar el rayerío que se le formaba a la pantalla y que nos dejaba medio atolondrados, no pues, que ver televisión era todo un acontecimiento, inolvidable por demás decir.

Con el tiempo vinieron los colores y modificaciones, algunos enormes y sin patas, el control remoto...Mejoras que nunca cesaron.  Cada día surge algo nuevo.  Hoy todo está simplificado.  Aquellos abultados y pesadísimos televisores empiezan a formar parte del pasado, poco a poco van desapareciendo para dar lugar a aquellos de pantalla plana, más livianos y... más costosos también!

Si bien es cierto que el progreso trae sus cosas buenas, también con él se pierden otras de gran valor.  Antes, ver TV era sinónimo de ejercicios, había que pararse a cada rato para cambiar o arreglar algo, ahora el control remoto controla nuestra vida ya casi sedentaria...Antes, la mayoría sólo tenía un televisor y éste estaba en la sala donde la familia se reunía, ahora es diferente y entre televisores, computadoras y iPad, celulares que hablan por nosotros, y sepa Dios con qué otra cosa nos amanecemos mañana, la familia poco se reúne.  Muchas serán las modificaciones, pero su protagonismo no ha mermado, a pesar de la competencia sigue siendo un huésped eterno en nuestras casas, tanto, que hasta celo despierta en algunos niños, que le piden a Santa que los convierta en un televisor para que sus padres, y toda la familia, les presten la misma atención...así de impactante es la presencia de este revolucionario artefacto en nuestras vidas...