Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Frente a una derrota de esta magnitud -en lo que a una contienda electoral se refiere- siempre he considerado un acto heroico la aceptación de los resultados, tal y como lo hizo al inicio el candidato opositor JC Navarro y ahora, el candidato oficialista, José Domingo Arias. Muy bien por los dos. Lo que no estuvo bien fue la intervención del mandatario, con su discurso de confrontación y señalamientos innecesarios. Se acepta la derrota con entereza y dignidad, de la misma manera que su triunfo, en su momento, fuera incuestionable. Si hay algo que me duele -como panameña, y sonaeña- es la forma en que este gobierno culmina su mandato. Un descenso en su popularidad impresionante. Cómo pudo permitirse a sí mismo, un presidente elegido por una mayoría abrumadora, que el pueblo le repudiara de esta manera. Pensar que tuvo en sus manos la posibilidad de marcar la diferencia para siempre y hacer historia, más allá de las mega obras, que el pueblo mismo pudo clamar a gritos su próxima postulación dentro de dos períodos. En fin, hoy empieza una nueva etapa en la historia política de nuestro país. Dios bendiga a mi Panamá!