Navidad en Soná

Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo

Igual que ocurre con muchas personas, un sentimiento de nostalgia y melancolía me invade en días previos a la Navidad.  Un puñado de recuerdos me lleva de vuelta a mi pueblo con la imaginación.  Y allí estoy, con mi Soná y sus preciosas tardes teñidas de naranja.  

El toque alegre y singular de las campanas de la iglesia ¡inolvidables!  Los niños y niñas vestidos de pastorcitos, las niñas con sus cachetitos colorados y su boquita pintada, muy alegres pandereta en mano rumbo a la iglesia, todos dispuestos a adorar al Niño Dios... alguna vez yo fui una de esas pastorcitas, y luego mi hija también...

Cómo olvidar las tradicionales posadas del pueblo, cuando al finalizar la misa todos se dirigen al lugar recorriendo las calles, entonando los hermosos y tradicionales villancicos  ¡Qué ambiente tan bonito!  

Las misas de la madrugada tan típicas de Soná, siempre tan llenas, la iglesia a reventar, la fe y el espíritu de la Navidad en el corazón del pueblo que lo vive con intensidad!  

Dentro de la iglesia el inmenso nacimiento lleno de musgo y lentejuela -delicada plantita silvestre que cuelga como racimos de lentejitas verdes- precioso como pocos he visto, lleno de luces, ocupando todo el altar.  Afuera, en el parque ubicado al frente de la iglesia, se erige el gran arbolito, tan decorado como el parque mismo.  

Costumbres y tradiciones que  no debemos perder.  Que la cultura del consumismo y la superficialidad no nos absorba tanto como para permitirle mermar en nuestros corazones el espíritu de la Navidad, así tan hermosa como se vive la Navidad en Soná.