Verde que te quiero verde, Panamá

Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo


En Panamá todos claman por que llueva pronto.  Una ausencia de lluvias, inusual para esta época del año, se manifiesta por estos días.  Semanas atrás autoridades en el tema advirtieron de posibles inundaciones para los meses venideros, situación irregular producto del cambio climático que en todas partes se viene observando de una u otra forma.  Mientras tanto la sequía causa inquietud, pues los embalses de las hidroeléctricas Bayano y Fortuna, generadoras de la mayor parte de energía eléctrica a nivel nacional, presentan sus niveles más bajos en los últimos años.

Ante esta situación el gobierno anunció medidas drásticas.  A partir de hoy hasta la próxima semana se suspenden las clases en todas las escuelas y universidades del país, como una medida de ahorro energético.  Las reacciones no se hicieron esperar.  Los cuestionamientos se desbordaron como nuestros ríos en tiempos de aguaceros torrenciales.  Y no es para menos.  Por más que el gobierno intente explicar, para  la gran mayoría, esto no es más que una decisión absurda, medidas fugaces, momentáneas, por lo tanto, improvisadas...


Verde que te quiero verde...

Y no se trata del poema de García Lorca, sino de una realidad.  Verde que te quiero verde Panamá!  Necesitamos con carácter de urgencia gobernantes con ideas ecológicas, pensamientos verdes, con capacidad de visión verde, pero de un verde naturaleza, del que emana de los árboles y no sólo del verde proveniente de los dólares, de otra manera no sólo serán nuestras generaciones futuras los tristes observadores de la furia de la naturaleza, sino que nosotros mismos seremos testigos de lo que hemos hecho y seguimos haciendo con nuestras acciones, cosecharemos el resultado de la agresión sembrada en ella.  No nos damos cuenta que en realidad ya lo estamos haciendo. ¿Qué esperamos para adoptar cambios de actitud?  ¿Necesitamos más muestras que todo lo que a diario vemos y escuchamos a través de los medios informativos?

Un reto por delante

El tema ecológico viene planteándose desde hace mucho tiempo y no se ha tomado con la responsabilidad que amerita.  Los gobiernos se enfocan en otros asuntos y no enfrentan este desafío inmenso que tienen por delante ¿y nosotros? ¡tampoco lo hacemos! Mucha teoría, poca práctica...El asunto es tan grave que se erige como todo un reto, acaso uno de los más grandes al cual se enfrentan los gobiernos en todo el mundo.  Panamá no es la excepción.

¿Sobre quién recae la responsabilidad?



Las flechas apuntan directamente al actual gobierno.  Una proliferación de edificios parecen levantarse a diario como sinónimo de progreso y prosperidad, "el país de mayor crecimiento económico en la región", informan con frecuencia.  "Somos el Dubai de las Américas", según palabras del propio presidente de la república, Ricardo Martinelli.  Los más ambientalistas muestran su disconformidad al contemplar cómo crecen hacia las alturas, en un intento por acariciar el cielo, modernos y elevados edificios. Un desarrollo pujante se abre paso en medio de una selva de concreto, metal y vidrio.  Las inversiones son buenas, e incluso necesarias, siempre y cuando no vayan en detrimento de la naturaleza.  Bien equilibrados, desarrollo y conservación del medio ambiente, no tienen por qué estar en pugna.

Si a todo lo anterior le agregamos la serie de proyectos de explotación minera y desarrollo de nuevas hidroeléctricas, que tanta discordia suscitan por los perjuicios que a futuro  generan, el problema se agrava aún más.  Soná mismo se ve amenazado con proyectos que atentan contra nuestros ríos, uno de los principales recursos del distrito de Soná, y todo ocurre ante el silencio abrumador de una mayoría que permanece a la espera de que ellos, los gobernantes de turno, se encarguen de las cosas.  En silencio y frente a nuestros ojos dejamos que decidan por nosotros, por nuestro futuro.  ¿Por qué?...

Si bien es cierto que la decisión de interrumpir las clases hasta la próxima semana raya en el absurdo, y no remediará el daño causado hasta ahora, también es justo reconocer que esta calamidad no es producto de los últimos cuatro o cinco años con este gobierno. Esto es el resultado de décadas enteras de mal comportamiento por parte del principal agresor y enemigo de la naturaleza:  ¡el hombre!  Tristemente el ser humano se ha convertido en el principal depredador del medio ambiente, una criatura mezqina que todo lo ve en función de sus intereses propios, del dinero, sin pensar en los resultados futuros, un futuro ayer incierto que hoy empieza a mostrarnos un rostro menos amable.  La madre naturaleza es pródiga en amor, bondad y generosidad hacia sus hijos, pero como cualquier buena madre, también tiene carácter, y cuando se le molesta más de lo permitido, hasta el punto de irrespetarla sin medida, llega a ser incluso violenta, y en este sentido, para ella no hay leyes que valgan!  ¡Su furia no tendrá límites!  ¡No tendrá piedad ni misericordia con nosotros, como no la hemos tenido con ella!

Así las cosas, prestemos atención a lo que sucede.  Natura dejó de hablar, ahora grita, y nosotros seguimos sin escuchar...Dejemos de pensar y creer que los desastres naturales sólo tocarán al resto del mundo.  Acatemos los consejos y recomendaciones existentes.  Cuidemos nuestros recursos naturales, sembremos árboles, no desperdiciemos el agua potable, los alimentos, no tengamos las luces encendidas durante el día o  cuando no la necesitemos.  Reutilicemos los productos de vidrio, consumamos menos plástico, reciclemos en lo posible, hagamos campañas dirigidas en este aspecto en los hogares, escuelas, barriadas, donde sea, pero hagamos algo hoy mismo, mañana podría ser demasiado tarde...