Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Falta poco para que arranque el carnaval de la política en Panamá, y la verdad comparar la fiesta electoral con el carnaval de la mojadera no sería descabellado, por un lado todo el país se vuelca a las calles y por el otro, a cuántos candidatos les dicen "¿querías ser reina? ¡aprende a tirar besitos!" todo esto debido a los dimes y diretes que se escuchan en tiempos de campaña, tan parecido a las reinas de calle arriba y calle abajo de Las Tablas, que se dicen cuanta cosa no vista...o escuchada, será ¿?
Y en medio de ese despegue, el pueblo, la gente, nosotros, usted y yo, mirando de un lado para el otro a ver qué pasa, ni que estuviéramos viendo un partido de tenis, derecha, izquierda, derecha, izquierda...
Nosotros -acaso los invitados más importantes de la gran fiesta celebrada cada cinco años con bombos y platillos, discursos incendiarios, promesas de ensueño, oratorias efervescentes, banderas y consignas, y mucho más- nos encontramos en medio de todo ese barullo contemplando una mesa bien servida, repleta de fe, esperanza, oportunidades... ¿Y ellos? Cada uno en lo suyo, contemplando por su parte el gran pastel, un pastel en forma de S acostada, deseando quedarse con la mejor parte. Un pastel, aunque pequeño, delicioso! pues los ingredientes que lo componen no podrían ser mejores. Para muchos postulantes los ojos se les van, especialmente a los más golosos, mmm, los que están a dieta sorpresivamente no sólo la rompen, sino que parecen caer en el pecado de la gula...cuidado...
Lo curioso es que cada invitado sabe bien cómo se conducen estos anfitriones políticos. Igual que en fiestas habituales la gran mayoría asiste, come, bebe, baila y se la pasa de lo mejor, al rato se unirá al rincón del cuchicheo donde lo que aflora son críticas y quejas, lamentos y disconformidad, lo mismo en tiempos de elección, periodo tras periodo, nada cambia, siempre es igual, al parecer lo que cuenta es divertirse y sacar ventaja de lo que se pueda: cerveza y ron, gorras y camisetas, banderas convertidas en sábanas para las camas, promesas vacías que mitiguen la angustia fugazmente, ¿será que es algo cultural, idiosincracia pura? lo que sea poco importa, a pasarla bien se dijo, pues son tiempos de elección, tiempos de parranda en Panamá.