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Antiguo Puente San Pablo de Soná
Foto cortesía Denier Galagarza |
Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
A inicios del siglo XX aún no se contaba con los puentes actuales que, una vez construidos, vinieron a facilitar las vías de comunicación terrestre y con ello impulsar el desarrollo del distrito en general.
El pueblo, consciente de su limitación, demanda la necesidad de crear puentes hacia Soná. El clamor popular fue escuchado. En 1924, la Asamblea Legislativa ordena la construcción de un puente colgante sobre el río San Pablo. En 1925 se dio inicio al proyecto, que duró cerca de dos años. En 1927, se culmina la obra del que otrora fuera el emblemático puente San Pablo de Soná.
Edificado todo de hierro se alzaba a los ojos del visitante soberbio e imponente. Era de una sola vía. Debido a esto, memorables son los recuerdos de aquellos tiempos cuando un conductor, avanzando hacia el interior del puente pensaba, feliz, que nadie venía entrando al otro extremo, para luego -a medio camino- darse cuenta que otro vehículo venía más avanzado que el suyo. ¡Qué molestia! había que retroceder y grande eran los disgustos, especialmente en los buses de pasajeros, cuando estos, molestos todos, se azaraban con aquella situación, era como si el calor típico de Soná se intensificara aún más.
Sin embargo, conflicto grande era el que se daba cuando dos vehículos quedaban justo a la mitad del puente. El orgullo individual no permitía ceder a ninguna de las dos partes, llevando en ocasiones a los conductores a bajarse de sus asientos y armar tremenda discusión en medio del puente. Todo por no querer echar para atrás ninguno de los dos!
Ni qué decir cuando el vehículo entrante era uno de aquellos camiones enormes transportando ganado o arroz. Los nervios afloraban al instante, pues el vaivén del puente era notorio. Los muy pesimistas se lamentaban pensando cuándo sería el día en que aquel viejo puente se iría abajo. De sólo pensarlo, muchos se hacían cruces invocando el poder de Dios para sentirse protegidos. Los conductores más cautos optaban por esperar a que estos pesados camiones salieran totalmente del puente para luego ellos avanzar.
Aunado a todo lo anterior, imposible ignorar el clásico sonido que producía el transitar de los vehículos por el puente. Aquello era un verdadero traca traca sin parar, acaso sea lo más memorable del puente. Era un ruido escandaloso que producía la sensación de que en cualquier momento aquella formidable estructura de hierro se desarmaría en un dos por tres y todos irían a parar a las caudalosas y navegables aguas del río San Pablo.
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Réplica del Puente San Pablo en la Feria de Soná Foto cortesía Karlina Rodríguez |
El puente San Pablo llegó a tomar tanta notoriedad, dando siempre de qué hablar, que llegó a convertirse en una figura emblemática para el distrito de Soná. En diversos logos y pancartas de promoción figuraba en primer lugar como símbolo de orgullo. ¡Un verdadero ícono del pueblo! Incluso, existe desde hace muchos años una pequeña réplica del puente sobre el lago en los terrenos de la famosa feria de Soná. Es un pequeño puente colgante, construido de madera y donde los muy jóvenes gozan divertidos haciendo de las suyas, moviéndolo con fuerza para arrancar los gritos y lamentos de angustia de sus transeúntes, quienes se ven a un paso sumergidos en las apacibles aguas del hermoso lago de la feria de Soná.
Años más tarde, aquella vieja estructura, fue substituida por un nuevo, moderno y necesario puente de dos vías, construido a pocos metros del antiguo puente de hierro.
Aunque el histórico puente San Pablo fue removido del lugar, su presencia se impone en las tierras sonaeñas, pues fue reubicado en el paso del río Cobre, entre los corregimientos de Soná y Rodeo Viejo. Allí permanece funcionando para beneficio del distrito de Soná. No descansa. Trabaja sin parar. Un monumento que, escondido entre sus hierros, guarda celoso el transitar de los años idos, testigo mudo de una gran parte de la historia de Soná...si tan sólo hablara...