Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Escribir acerca de la necesidad de un centro recreacional en Soná, generó reacciones a favor y en contra. Mientras que algunos se pronunciaron con entusiasmo, otros lo cuestionaron. Es normal y necesario.
Involucrarse en temas de carácter social debe llevarnos a ver más allá de la superficie...
Uno de los cuestionamientos es que este proyecto no acabaría con la pobreza. Y es cierto. Convertirlo en realidad no supone semejante logro. Nadie podría afirmar eso. No era el fondo del tema. De ser así qué fácil sería encontrarle solución a un problema con el cual vienen batallando los gobiernos en todo el mundo, por años y años, sin encontrar la salida y lo que es peor, descubriendo que la brecha entre ricos y pobres cada vez es más grande.
Pero las cosas hay que verlas por partes y al final todas convergen.
Un centro recreacional genera oportunidad de empleo, no serían muchos, pero sí algunos que llenarían las necesidades de aquellos que no encuentran una plaza de trabajo. ¿Qué esperamos? ¿La propuesta de los próximos candidatos políticos que llegan con sus falsas promesas de empleos para todos,? ¿Despidiendo a unos para nombrar a otros? Bonita solución! ¿Todavía hay quienes siguen creyendo en esto? ¿Cuál grupo es peor? ¿El de aquellos traficantes de fe y esperanza, que juegan con la angustia e incertidumbre de los menos favorecidos o el de aquellos que corren a comprar sus falsas promesas alegremente, olvidando que por décadas enteras vienen ofreciendo más de lo mismo? ¡Casi NADA!
En la nota anterior se deja claro que no es que no se haya hecho nada, es sólo que se ha dejado de hacer aún más. La indolencia y apatía es superior a ellos mismos. Han podido hacerlo. No hay excusa. ¡No se puede defender lo indefendible!
Cuando estaba en Soná, propusimos -Comité de turismo- sembrar árboles guayacanes de intenso colorido desde el puente San Pablo hasta el centro de Soná y en áreas circundantes. IPAT y ANAM nos reunió con ingenieros forestales quienes pusieron sobre la mesa la idea de crear una doble vía con una isla llena de jardines aunado a los guayacanes. Fantástico. ¿El costo? ¡Impronunciable! Pero el mayor de los obstáculos que puede observarse, lastimosamente, es un asunto de carácter y decisión. Faltó arrojo a la acción de parte de las autoridades y lo que es peor, un silencio ensordecedor dentro de la comunidad. Muy pocos se pronuncian y esto es de vital importancia.
Hoy, al márgen de los cuestionamientos que se le quieran hacer al presidente Martinelli, lo cierto es que si Soná no tiene un presidente sonaeño, esta obra, que ahora él realiza como parte de su gestión y en cumplimiento a su promesa, jamás la habría tenido Soná. Es más, si este proyecto no culminara dentro de su período presidencial, estaríamos en graves problemas, porque a Soná NINGUN gobierno, en los últimos años, le ha prestado atención...¿Qué hace suponer que lo harán en el futuro? Y NO estoy haciendo campaña de ninguna clase. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, de otro modo ¿Cómo se explica el abandono y olvido en el cual hemos estado inmersos por décadas enteras? Y durante ese tiempo han desfilado gobernantes de todos los partidos políticos. ¿Dónde estuvo el desarrollo que todos prometían? Queda claro que lo hecho hasta ahora, no basta, es algo, pero falta más. Hasta aquí el comentario, de ninguna manera se trata de promocionar o dañar a nadie, inevitablemente los razgos políticos siempre estarán presentes en los temas de desarrollo social...¡Miente quien diga lo contrario!
Ahora, si bien es cierto que tener carreteras, calles y avenidas en perfectas condiciones son un bien necesario, máxime cuando de impulsar y desarrollar el turismo se refiere, también es que no basta para hacer surgir a la población. Soná necesita más que eso. En cuanto al tema inicial, no se trata solamente de crear un centro recreacional, se trata de muchos proyectos que generen la capacidad de llenar las necesidades básicas de todo ser humano y más.
El día en que la mayortía de nuestros candidatos dejen de ofrecernos migajas y ofertas tan baratas como muchos de ellos y nosotros dejemos de agachar la cabeza en sumisa y abnegada aceptación, ese día empezaremos a avanzar. Uno de nuestros dramas más grandes es no haber aprendido a decir la palabra NO. Bien lo dice nuestra hermosa poesía "...paisano mío panameño, tú siempre dices sí, sí, sí, cuando debes decir ¡NO!" No a tanta falsedad. No a tanto silencio. Propongan y expliquen qué y cómo lo harán y seamos vigilantes de que se cumplan.
El día que esos actores políticos de cuarta categoría comprendan que por lo menos en Soná exigimos que se nos trate como individuos de primera categoría, que nos presenten proyectos con ideas primer mundistas, ese día se lo pensarán dos veces para abrir la boca y pedir nuestro voto. De nosotros depende si luego queremos hablar de combatir la pobreza, esa que parece insertada con raíces profundas en nuestras propias mentes, la peor de todas las pobrezas, sin importar cuántos títulos se tengan... Seguiré escribiendo...