Los totorrones de Soná

Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo

     Los totorrones están en todas partes, pero para un sonaeño ninguno tan especial como los totorrones de Soná.  Durante la Cuaresma y Semana Santa todo el ambiente se impregna de un aura especial que va desde el aire que se respira, la brisa fresca que anuncia lluvia, hasta el sonido que ofrecen los árboles que se agitan al capricho del viento, y en cuyas ramas juegan divertidos aquellos insectos traviesos y escandalosos como pocos hay.  Para estas fechas reaparecen luego de un largo descanso y llenos de energía se lanzan a la aventura de cantar sin frenesí.  Un verdadero jolgorio!  Imposible ignorar aquel concierto ensordecedor  tan propio de los totorrones.  Un deleite para todos!

     En la plaza San Isidro, los árboles, algunos casi tan antiguos como Soná mismo, sirven de hogar para aquellas criaturas tan especiales.  Igual se les encuentra en todos los pequeños parques y muchos patios del pueblo.  En todas partes están!

     Los totorrones también son conocidos como cocorrones, chicharras y revellines, son familia de las cigarras, lo cierto es que llámeseles como se les quiera llamar, ningún nombre tan gracioso como...los totorrones!  Será el cariño que se les tiene, pero su sonido guarda una dulzura que evoca melancolía, nostalgia...pasan los años, muchos años, y al escucharlos -cuando aparecen entre marzo y abril- se tiene la sensación de que el tiempo se detuvo en nuestra infancia...

     Además de conferir un halo especial a la Semana Santa, especialmente al Viernes Santo y el tradicional Vía Crucis, también se asocia a la esperada novena en honor a San José, en cuyo Santuario y alrededores se escucha aquella banda de totorrones con su sonoro e imparable concierto sin igual.

     Cuánta belleza encierran los totorrones de Soná.  Cuánta alegría proporcionan año tras año con su presencia,  qué felicidad contar con ellos hasta hoy...pero...

Una amenaza los acecha

     Una especie tan preciada, y cuyo recuerdo desde niños se aloja en los vericuetos de nuestra memoria, hoy peligra en desaparecer.  Desde hace algunos años se han convertido en víctimas de los changamés, una variedad o familia de los cuervos.  Poco a poco están acabando con los totorrones  de Soná, ante la mirada indiferente de las autoridades encargadas del medio ambiente.

     Los estragos que el hombre causa a la naturaleza en pos del desarrollo provoca, entre otras cosas, el desplazamiento de las especies a nuevos sitios donde vivir.  Los changamés (nombre popular) no son originarios de Panamá, pero desde hace algunos años llegaron a nuestro suelo y en Soná han ido diezmando, poco a poco, la existencia de nuestros indefensos e inofensivos bichitos cantores.

     Urge tomar medidas efectivas lo más pronto posible, antes de que estas aves aniquilen por completo a los totorrones.  ¿Cómo participar de los sagrados días de la Cuaresma y Semana Santa, vivir el Vía Crucis, y todo lo concerniente a la ocasión, sin ellos?  ¿Cómo no resentir en modo alguno la ausencia de los totorrones, y su característico sonido, que aunado a la atmósfera propia de los días producen un sentimiento único, especial, que jamás un sonaeño encontrará en otro lugar?  ¿Cómo permitir su extinción y no hacer algo al respecto?

     Algo se tiene que hacer. Y pronto!  Quizá se esté a tiempo de preservar la existencia de nuestros inquietos y bulliciosos huéspedes, que aman a Soná tanto como Soná los ama a ellos.